martes, 15 de julio de 2008

Psicología de mimo caníbal




Para Armando "Quqar" por crecer en zancos

Dentro de este cubo transparente será imposible que me atrapen, que me toquen, que me laman, incluso que me acaricien. Sus vidrios blindados impedirán que sufra una muerte a fuerza de las balas que lanzarán los que se sintieron traicionados por mí. Ya saben ustedes que en estos días todo se resuelve a balazos. ¿Dónde quedó el diálogo? ¡Pamplinas! Ni siquiera puedo articular palabra. Todos dirán que soy un monstruo. Ya lo estoy leyendo de sus labios. Basura. Eso es lo único que saben pronunciar y crear estos "humanos" poco "humanos".

Este cubo, este refugio del exterior, lo construí con mis manos, las únicas herramientas que poseo. La guadaña para la carne cercana a la médula, el bisturí para la carne blanda y ese gancho que ves --ahí-- me sirvió para jalar los sesos. Durante días los guardé bajo mi cama, bajo la luna sagrada que nos cubre los ojos mientras dormimos. El único satélite que escucha mi lengua rota. Me costó esfuerzo, sudor y tiempo erigirlo, sostenerlo y observar sus aristas. El cubo está listo. La caja del placer está en el lugar que imaginé. Cerca, muy cerca de la ventana por donde pasan las mujeres "lindas" que presenciarán el gran espectáculo.

Y bien. Aquí estás ya, sobre la plancha. Versaría Manuel Acuña. El horizonte infinito se presenta ante mí... ante ti, muerto mío. Estoy listo para exterminar pesadillas.

Estaba al límite de lo que podía soportar. Un minuto más tarde y todos me lincharían o me comerían, no sé. Esta pieza que tengo en mis manos es la última, es la que falta para atraer sin desesperación mi muerte personal. Mi adiós deseado. Mi organismo se secará, quiero perecer de inanición. Pero antes recordaré el delicioso sabor de la saliva de Gabriel, Javier, Martín, Rubén, Fernando y algunas mujeres como Amaral y sus amigas, las causantes de esta desgracia. Descubrieron y denunciaron a las autoridades encargadas de perseguir los crímenes más atroces, lo que soy. Revelaron mi identidad sanguinaria. Caí en manos de jugadores siniestros, ellos revelaron al mundo mi golosa inclinación por la carne humana. Cada una de mis víctimas fue feliz antes de alimentarme. Ninguna sufrió. Todos confiaron en mí. No saben ustedes el nivel de excitación que se consigue a la hora del ritual. ¡Bah! Fueron parlanchines, expresaron sin cuestionar lo que escribí... para ellos...

Tuve un futuro prometedor, pero no me arrepiento, ahora sólo soy un caníbal que hay que desaparecer por su actos: escoria de la sociedad. Nadie reconoce mis talentos literarios ni histriónicos. ¿Y ustedes ya se vieron en un espejo? ¿No se han preguntado si detrás de esos hipócritas puritanismos se esconde un ser malévolo, capaz de crear una alternativa alimentaria y satisfacer las necesidades más oscuras?

Gracias a las vidas ofrendadas a mí como la deidad que soy, pude superar esta discapacidad, pero qué digo, quise decir... capacidad diferente, de no poder hablar con la lengua como cualquier otro. Sólo mordiendo un poco de sus cartílagos me era posible escribir unas líneas, crear...

Lo conseguí, sólo así. Salgo en todos los periódicos y televisoras. ¿Me veo elegante? Este maquillaje blanco me va muy bien, combina con mis dientes y mi atuendo bicolor. Todos plasman mi fotografía. Soy una leyenda.

Armario de los placeres

Receptáculo de recuerdos, concepciones y sospechas.

Ad líbitum