lunes, 1 de junio de 2009

Mensaje urgente

Te nombro en el silencio. Te llamo como se me da la gana. Eres trapecista de mi circo. Sólo existes en el cine mudo que recorre mi frente.
Son estas ganas de escribirte las que me mantienen frente al teclado de la computadora sin reparar lo que hay alrededor. Presiento que te escribiré eternamente.
No te claves con mi locura. Si la contemplas demasiado podrías despertar al monstruo que me habita. Porque suelo perder la paciencia y las ganas de creer. Sólo por hoy te acepto como te arrojaron al mundo. ¿Y tú?
Confieso que eres mi pretexto para crear un cuento o un poema. Desde que te conocí te atribuyo características suprahumanas. Eres un motivo para equilibrarme. Lamento que la ordinaria vida me separe de tu senda.
Gracias a los espejos te gustas y me gustas. Antes de llegar a este recinto, en mi casa te evoqué con la música de Pedro Guerra.
Mi mano te necesita. Ya se cansó de tocarme. Eso me llena de un ardor que recorre mis venas desde las costillas y aprieta mi estómago. Para no perder la paciencia mejor te escribo. Ya no aguanto. Te descubro debajo de la piel que me enmascara. Eres mi excitante espejismo. Nadie conoce ni conocerá tu nombre que grito en mi cabeza que guardo en el inconsciente o lo escribo en hojas perdidas. Los remanentes de la obsesión que a veces me provocas te convirtieron en el tentáculo ideal que mojará y succionará mis dedos. Recuerdo cómo es, y a qué sabe el líquido que escurre en medio de tus piernas. Se me antoja. Pero ya lo saborea otra, ot, ra, o, t, r, a.
Culpo a las nubes negras de que mi tacto amnésico no encuentre la mejor forma de atraerte. La piel es el único órgano sensitivo que podría salvarme de recordar algún momento desagradable o reclamo. He dejado esa práctica de alucinarte.
Necesito verte y sentirte mañana y después de mañana. Estoy poseída por los poetas órficos. ¿Cómo son tus lágrimas? Me abandonas tantas veces a la misma hora que no sé cómo lloras.
Si pudieras un día habitar en mi cuerpo comprobarías que mis orificios siempre están listos para resbalarte. Regálame un montoncito de arena del reloj que te conforma. Justo hoy que nada me perturba y que mi otro "yo" espera equilibrio. Deseo que los días alcancen identidades para verte otra vez.
Es todo lo que puedo decirte sin sonar repetitiva. ¿Responderás? ¿Cuándo puedes escapar conmigo?
Gracias por leerme.
Te espero siempre. Sin llorar.

Atte. El grito

Armario de los placeres

Receptáculo de recuerdos, concepciones y sospechas.

Ad líbitum