lunes, 21 de febrero de 2011

La influencia del mar en la literatura latinoamericana y las funciones de un académico de la lengua

El escritor mexicano Ignacio Padilla invita al análisis de su ensayo La Isla de las Tribus Perdidas, explica qué funciones cumple un miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y responde si la revolución cibernética ha enriquecido o empobrecido al idioma español.

En su ensayo La Isla de las Tribus Perdidas. La Incógnita del Mar Latinoamericano, expone la traumática relación de los habitantes de América Latina con el océano. De ahí brota el imaginario y la identidad de la cultura latinoamericana.

El académico del Posgrado en Letras Modernas de la Universidad Iberoamericana define su obsesión por el mar, “soy un ser humano y por lo tanto el 95 por ciento de mi cuerpo es agua, no podía no hablar de mar y literatura. Este ensayo lo he hecho de la mejor manera posible, sacudido por esta obsesión. Puesto que estamos hechos de agua que vivimos en el planeta agua y estamos vinculados con la literatura en español, en particular, no puedo dejar de invitar al lector a preguntarse conmigo ¿en qué momento América Latina le dio la espalda al mar?”.

El ensayo literario, galardonado en el año 2010 con el tercer Premio Iberoamericano de Ensayo Debate Casa de América, se sostiene en metáforas, alegorías marinas y una depurada prosa para explicar la relación conflictiva de un continente con el mar. Hace un recorrido por las fuentes literarias de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti y Alejo Carpentier.

El texto revalora la influencia que tiene el mar en la literatura latinoamericana y dice, “no creo comprobar nada. Emito nuevas tesis específicas sobre en qué medida nuestra relación, al parecer accidentada con el mar, es reflejada en la literatura. Y a su vez, refleja características de nuestra manera de ser, nuestra vocación de náufragos, nuestra insularidad traducida en nuestra falta de solidaridad, nuestro ir a la deriva”.

El narrador y ensayista Ignacio Padilla, perteneciente a la generación del Crack, definida por él en el texto Septenario de Bolsillo del Manifiesto Crack, como una actitud y no como un movimiento literario, en la que no hay ruptura sino identidad; fue nombrado miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente a Querétaro, tomará el cargo el próximo 24 de febrero de 2011, junto al director Jaime Labastida y al académico Belisario Betancourt.

Con este nombramiento Ignacio Padilla aprovecha la oportunidad para promover la lectura, “una de las vertientes del trabajo de un académico de la lengua en cualquier país o en cualquier circunstancia es la de promoción de la lectura y una vez con toda la humildad de la que sea capaz, habiendo aprendido algo, podré hacer una aportación”.

Buscará contribuir en la construcción de una identidad lingüística, “cualquier tipo de orden, de articulación de la lengua tiene que respetar el uso y establecer las vías para el enriquecimiento de la lengua, no para su cerrazón, que fue por desgracia, durante mucho tiempo, la característica de la Real Academia de la Lengua Española”.

“Yo creo que la lengua se ha rejuvenecido de manera radical, desde la gestión en la Real Academia de la Lengua Española de Víctor García de la Concha. El ingreso de jóvenes y audaces académicos está permitiendo que nuestro idioma que es esencialmente americano, porque lo hablan 450 millones de personas, de las cuales 400 son latinoamericanas, sea una lengua que está más viva que nunca”, enfatiza.

Al ser cuestionado de cómo el lenguaje de las tecnología de la información y las redes sociales enriquecen o empobrecen el idioma español considera que la influencia de la revolución de las comunicaciones, surgida en lengua inglesa, está enriqueciendo el idioma de todo el mundo y en ciertas ocasiones empobreciendo el uso del idioma, particularmente en aquellos casos en los que existiendo un equivalente se acude a la palabra en inglés.

“Creo que eso no es un enriquecimiento, sino un gesto de pereza lingüística que hay que reconocer como universal y permanente. Pero si hay palabras que están enriqueciendo al idioma, la academia no tiene más remedio ni otra obligación de reconocerlos y registrarlos”, concluye.

El escritor mexicano Ignacio Padilla es un narrador, un contador de historias y ante todo un lector. Es en el género narrativo donde mejor se siente. Asegura que todos los días construye un cuento que le exige ser transformado en texto dramático, ensayo o novela. A partir de su entrada a la Academia Mexicana de la Lengua respetará la consigna “fija, limpia y de esplendor”.

Armario de los placeres

Receptáculo de recuerdos, concepciones y sospechas.

Ad líbitum