martes, 14 de abril de 2009

James

"Nocturno mar amargo que enmudece mi lengua con su lenta saliva"
Xavier Villaurrutia

Población en descenso de leones marinos aplauden y reconocen mi fascinación a bordo del yate Fiesta en Mazatlán, Sinaloa. Me ven cruzar por sus dominios. Más allá de las piedras estoy en el mar abierto. Veinte metros de profundidad. Los nervios penden de un chaleco salvavidas. La tripulación festeja mi arrojo. Les sorprende que nade en alta mar. Envidian mi naturaleza extrema. Deseo que un pez o mamífero marino no muestre sus fauces y me paralice.
A decenas de millas náuticas se sana la humanidad de la rutina y pide perdón por haber crucificado al inocente de los cuentos cristianos. Los corazones en la arena. El sol quema las pieles en venganza. Los humores de vacacionistas celebran una supuesta libertad. Todos quieren hacerse a la idea de que vivir no duele.
Los distractores que me rodean no calman la ansiedad de meterte en mis umbrales. En medio del todo apareces y no tengo miedo de la inmensidad ni del uno. Viene a mí una celda de tres por tres sobre una cama de piedra y esponja amortiguadora. Arpegios de Mariposas sugirieron una atmósfera adecuada para nuestro primer encuentro poético-sexual. En medio de tus piernas se erigió encima de mí, James. El majestuoso estimulador sensorial que la naturaleza equipó en tu cuerpo para mí. Esa imagen constante sorprende a mi tacto en las olas que me hunden. Seres desconocidos bajo mis piernas sintien las ondas nerviosas de mi pataleo desorientado contra la fuerza del mar. Sin tocar el fondo los sobrevivientes debajo abren sus branquias para recibir mis células muertas. Dejo que el tiempo caiga para soportar el paso de la arena en el reloj. Si estuvieras lejos de la cárcel a cualquier hora te sumergiría. Imagino a James explorando mis entrañas. No huí la primera vez que mis brazos te reventaron. Ahora quiero tu olfato reconociendo mis hendiduras. Cuento las horas que faltan para que emerjas con tu fuerza de las paredes y vengas a este mar. Compararás mi sabor. Olerás el camino que lleva al ombligo y tu lengua vencerá la oscuridad que circula por mis arterias. Me estremeces. Me inundas.

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