martes, 16 de octubre de 2007

Cicatrices deja aullido

Brenda Margarita Macías (Virgen Draco)

Para José Cruz Camargo

No me queda más remedio que esperar…

El quinqué

Soy quién intenta vivir dignamente en la soledad del asfalto, camino lento por las calles altas porque desde aquí brotan las clandestinas historias de amor y de peste que nutren el oficio del compositor.

José Cruz ¿me escuchas? Ven a desnudar mi historia del anonimato, ahora que nos sabemos la pieza azul de tu canción. Te escribo porque me miraba a los ojos en un mediodía triste. Con lluvia de letras brotando de tu cabeza me acerqué peligrosamente al tronco de la fragilidad humana. Suena el viento a la voz de un hombre muerto, casi se parece a la tuya, es tu grito que se aferra a la cama de dolor y canta para amortiguar su languidez.

La muerte nos llama cotidianamente. Todos los días toca a nuestra puerta en traje de violencia, soledad, aburrimiento, amor, odio. Pero no te dejaremos morir, José Cruz, porque tu muerte viene vestida de azul. No nos dejes por favor que nos derrumbamos sobre la vida y ya no damos más que monedas y miradas en estos tiempos oscuros. No te vayas, no huyas de nuestro fanatismo, déjate querer y consumir por nuestras alas quebradas de amor.

Quieto, te quedarás aquí en la bocina, en el recuerdo de mi oreja de estatua. Aún no me quiero ir a la cama sin tu grito libre y vivo, quiero seguir platicando de ti a ellos, los que escuchan con orejas humanas. Nos falta el sentido del murciélago para ecualizar tus lamentos y hacer música con ellos. Volverás a mi ciudad, ahora me voy, tremenda luz de Camargo. ¡Grítame antes de la derrota de la paz.

Multitudes envenenadas no lloren, sean cautivos y fríos para la aceptación. Esta noche esperamos levantarte de las sábanas porque queremos gritar contigo.

Quizá te busquemos caras que no reconoces. Siempre estarás en nuestra vida cantando. Recapacita, saca tu armónica y tócame un blues en español. Rescata a nuestro idioma de esos huesos. Párteme la madre, rájame el corazón, préstame tus ideas por un momento y alcoholízame el torcido rencor. Eres nuestro único consuelo de vivir.

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