lunes, 24 de agosto de 2009

Poema 2

No es necesaria música pregrabada.
Desde ese instante sólo escucho la suite del insomnio que compusiste en mis entrañas.
Giran en mi cabeza los ahullidos de esa noche.
En las paredes rebotan ecos.
Ruido de motores, lejanos gritos... eran mis nervios.

Tu respiración es mi ritmo.
Llego al precipicio de la cama y me salvas.
Hueles a música lenta.
La escala de tu mano recorre el diapasón de mi cuerpo.
Ensayas nuevas partituras sobre mí.

Reptas desde la profundidad de la tierra hasta la debilidad de mi corazón.
Eres el antojo de mi lado poético oscuro.
Algo de mí se desprendió y está contigo
Irremediablemente algo te hizo resplandecer.
Llegaron los brazos de Morfeo.

Ding... dong.. dor... mir..

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